Mira…

Hay piezas que no se tocan con los dedos.

Se tocan con el pecho.

Con las entrañas.

Con los días grises que no supiste cómo expresar.

La Gymnopédie nº1 de Erik Satie es una de ellas.

Una melodía tan simple, tan despacito, tan de puntillas…

que te entra sin hacer ruido y se queda a vivir en el estómago.

Muchos la consideran una de las piezas más tristes del mundo.

Y puede que tengan razón.

Pero no es una tristeza oscura.

Es esa tristeza que no duele.

Esa que acaricia.

Que te hace cerrar los ojos y decir: “todo va a estar bien, aunque ahora no lo parezca.”

Hoy te traigo mi interpretación de esta joya atemporal:

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¿Y por qué compartir esto hoy?

Porque a veces no hace falta correr.

Ni tocar fuerte.

Ni llenar el piano de notas.

A veces, lo que necesitamos es respirar.

Dejar que la música nos encuentre.

Y recordar que el piano también puede ser un refugio.

Si quieres aprender a tocar canciones como esta, de esas que remueven sin gritar…

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Pasa un espectacular viernes,

Javi

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