Y empezaste a competir. 

Con ella, 

Con él, 

o contigo (esa versión de ti que nunca es suficiente). 

No importa si juegas o compites. 

Lo más importante es que lo reconozcas. 

Esa es la razón por la que mostrarte al mundo se siente tan pesado y frustrante. 

Porque cuando lo haces estás pensando en todos.. menos en ti, en tu yo que te merece. 

Menos en divertirte. 

Menos en ser.

Empezaste a competir… y no hay nada de malo en eso. 

Hasta que tu cuerpo dice Ya basta. 

pero la verdad no sabes como detenerte porque lo único que te enseñaron fue el acelerador. 

por alguna razón el freno nunca fue parte de la conversación, total, se supone que a estas alturas no lo ibas a necesitar. Se supone que todo iba a funcionar como robóticamente lo planeaste. 

El único problema es que olvidaste que…no eres un Robot. 

Eres un humano, 

y ser humano implica cambios, transformaciones,

Es más todos los días estamos creciendo o como dirían algunos… muriendo.

Te olvidaste de Jugar.

Lo curioso de Jugar es que puedes competir, y al mismo tiempo, celebrar al que llega primero. 

Lo curioso de jugar es que te invita a… ser curioso. 

A mirar tu vida y todos los roles de tu existencia como un ciéntífico comprobando una hipótesis. 

Lo curioso de jugar es que genera los mismos resultados que competir. 

La única diferencia es que jugando.. estás presente.