Lunes 14 de Febrero, 2022

Llegué a la sesión de terapia.

Hablamos de lo típico, mis días, mi evolución, y a mitad de camino tocamos algo que ocupaba mi espacio mental:

Un cliente.

Quería dejarlo ir pero mis finanzas, bien sabias, me alertaban de lo contrario.

”Si los dejas ir, corres el riesgo de quedar en negativo".

Para ese momento, sabía de límites personales pero no pensé que mis límites implicaría dejar ese cliente.

Tenía todas las cualidades de un cliente seguro: Corporativo, con expansión a otros países y encima recurrente… de años.

Por eso aún cuando mi cuerpo me gritaba sobre dejarlo ir, seguía implementando sistemas para "manejarlo”.

”Yo hago que las cosas pasen, esto es solo un sistema más.” Me decía.

En la sesión, mi psicóloga de ese momento (que tenía todo, menos pelos en la lengua) me dijo:

”La seguridad que crees que tienes no es real. Ese cliente no es "Seguro”, si lo piensas, ellos también pueden dejarte ir en cualquier momento.”

Ya, eso fue todo.

Esa observación me hizo retomar el control sobre mis decisiones.

Ahí entendí algo importante:

Siempre estoy asumiendo riesgos.

Así que si voy a hacerlo, lo haré por algo que realmente quiera.

Esa ha pasado a ser una de las frases que más recuerdo en The Service Lab.

He tenido clientes que llegan con burn out, con clientes que no quieren o con servicios que les da miedo crear.

Y suelo decirles lo mismo que hoy te digo a ti:

Si nos vamos a arriesgar (porque para mi estamos juntos en esto), hagámoslo por aquello que quieres.

PS: Si, tomé la decisión, tardé meses preparando el terreno y dejé ir al cliente.

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Happy experimenting,

Karla Massiel

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