Mi cuenta de Instagram tiene unos 3,000 seguidores…

y lleva así desde hace mucho.

¿Y sabes qué?

En ese tiempo he cambiado mi mensaje, mis servicios y hasta mi manera de ver el negocio…

cuantas veces he querido.

Porque no me muevo por números.

Me muevo por algo más simple (y más potente):

hablarle solo a quien realmente puedo apoyar.

Y eso es algo que he enseño.

En The Service Lab no llenamos post-its para “imaginar” a quién le vendes.

La mayoría de mis clientas ya ha trabajado con su cliente real.

Y si no, la forma de conocerlo es validarlo en el terreno.

Y una vez lo haces, el trabajo es seguir hablándole.

Pero no solo a su edad o profesión…

sino a su nivel de consciencia.

Esa es la diferencia entre atraer al que quiere comprarte hoy,

y al que solo pasa a mirar.

Todo lo demás —los posts, los Reels, las estrategias— sí, suma.

Pero si fallas en el quién y su consciencia, el qué se queda sin alma.

Así que si hoy estás dudando de tu contenido, de tus ventas, o de tu enfoque…

Vuelve a lo más simple:

¿A quién le estás hablando?

Cuando lo tienes claro, todo se alinea.

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Happy experimenting,

Karla Massiel

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