El primer objetivo de tus genes es sobrevivir.

El segundo, reproducirse.

Cuánto más tiempo cumplan el primero, más posibilidades hay de cumplir el segundo.

Tu cerebro va a tratar de manipularte para que no te pongas en riesgo.

Genial para tu vida. No tanto para tu negocio.

Para tu cerebro:

• Hacer una web súper chula supone menos riesgo que llamar a potenciales clientes 
• Invertir en publicidad supone menos riesgo que compartir tus ideas en LinkedIn 
• Esperar que nos vengan leads por referidos supone menos riesgo que abrir conversaciones con potenciales clientes 

Ahí está la trampa (una de ellas).

Nuestro cerebro primitivo no distingue entre el riesgo de que nos coma un león y el riesgo de que alguien nos diga “estoy harto de recibir _____” en LinkedIn.

Para él, ambos son amenazas.

Resultado: nos mantenemos ocupados haciendo cosas que parecen productivas pero que no mueven la aguja.

No es culpa nuestra, es culpa de nuestro cerebro.

El tema es que sin conversaciones no hay conversiones.

¿Con cuánta gente has hablado esta semana?

¿Hoy (aunque sea sábado)?

¿Con cuánta gente hablarás la próxima semana?

Abrir conversaciones.

Simple. Incómodo. Efectivo.

El próximo miércoles, tenemos workshop para que domines eso de abrir y mantener conversaciones. 

De forma simple, incómoda cómoda y efectiva.

Sin sentirte un vendedor de coches de segunda mano.

Siendo fiel a ti mismo.

Sin manipular.

Responde “cómoda” y te paso info.

Me voy a entrenar. Hoy solo haré cardio…

Ángel.