Hace ya unos años Carol y yo fuimos de vacaciones a la Riviera Maya.

Al llegar nos dijeron que si debido a temas de overbooking no habían suficientes plazas para volar de vuelta a Barcelona, nos ofrecían 1 semana más sin pagar nada.

“Búa! Festival! ¡A ver si nos pasa!”

Tras 5 días con la pulserita todo incluido dijimos: 

“Cómo nos hagan quedarnos una semana más, los denunciamos”

¿Qué pasó?

Lo mismo que si cuando has terminado de comer tu plato de comida preferido, decides repetir. Si son 2 cucharadas, la sensación de felicidad sube. Si decides comer 2 platos llenos, las alternativas se limitan a: un almax, ir al baño, ir a la farmacia o ir al médico.

Lo mismo pasa en el mundo de las ventas.

Hacer esa pregunta extra durante la discovery call que te permite averiguar “qué os traéis entre manos” puede hacer que la cosa acabe bien o que acabe en una rueda de hámster con follow-ups del montón.

Hacer 47 preguntas, buscando batir el récord de preguntas por minuto, puede hacer que el potencial cliente decida cerrar zoom y seguir con su vida.

Respuestas no lineales.

Saber qué preguntas hacer, cómo hacerlas y cuándo hacerlas es infinitamente más importante que eso de “gestionar objeciones”.

Ya sabes: Los Antifragile Founders tendremos en febrero un workshop no solo para eso, sino para, además, saber qué hacer antes, durante y después de la discovery call. 

Workshop —> práctico. 

Workshop —> accionable.

Workshop —> de pago.

Workshop != webinar manipulador.

¿Info? —> responde “disco party” y te la paso.