¡Señor, sí Señor!

Feb 18, 2025 7:16 am

Hice la mili.


Mi madre puso velas a no sé qué virgen para que me librara, pero yo quería ir.

Podría haber ido a la universidad en ese momento y librarme, pero yo quería ir.


Aprendes varias cosas.


Una es que el 80% de los 9 meses que estás allí es una pérdida de tiempo.


Pero hay un 20% que vale la pena.


Había que hacer la cama cada día, estar afeitado y con el pelo corto, había que formar a una hora, comer a otra, mirar a la bandera en posición de firmes cada tarde (estuvieses haciendo lo que fuese que estuvieses haciendo en ese momento), etc…


(Disciplina)


También has de saber moverte con las leyes no escritas que rigen una compañía (en mi caso, al ser artillero, se llamaba batería). 


Esas leyes establecen que hay cosas que solo pueden hacer los veteranos, que hay cosas que los veteranos dejan hacer a los recién llegados para j*der a los que aún no son veteranos, que hay cosas que los veteranos le prohíben hacer a los que se convertirán en los jefazos cuando los veteranos se licencien…


Si lo ves desde fuera, automáticamente piensas: menudas leyes de mierd*a.


Yo lo pienso.


Pero cuando estás dentro, no piensas eso. 


Así que no te queda otra que acatar las reglas o tratar de jugar tus cartas para que, por ejemplo, te dejen hacer algo que no deberían dejarte hacer los que llevan más tiempo ahí metidos (como taconear cuando dicen tu apellido al formar)


(Trato personal, empatía, persuasión)



Si nos ponemos nuestra gorra de vendedor, ese 20% pasa a ser muy valioso para minimizar las posibilidades de fracaso.


  • Disciplina: para hacer lo que hay que hacer, cuando hay que hacerlo
  • Trato personal, empatía, persuasión: para interactuar con potenciales clientes; darles el trato que se merecen y tirar de empatía con sus realidades, para poder tener, así, conversaciones relevantes con ellos


Ese 20% de disciplina puede arreglar el 80% de tus problemas.


Pero solo si decides aplicarla.


No se trata de esperar a estar motivado. Se trata de hacerlo, porque hay que hacerlo.


Porque la diferencia entre los que venden y los que no, no está en quién tiene más talento. 


Está en quién hace lo que toca hacer, sobre todo cuando no le apetece.


¿Estás haciendo lo que toca?



Conviértete en el Vendedor Antifrágil que tu solución merece.

Ángel.



P.D: Puertas abiertas hasta este viernes. ¿Quieres info sobre la comunidad Antifragile Founders? Dame toque y te escribo.





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