Hoy vengo a contarte algo que demuestra que:

los grandes pianistas no solo son grandes por cómo tocan.

También por las rarezas que arrastran.

Te hablo de Glenn Gould.

Ese genio canadiense capaz de tocar Bach como si se lo estuviera contando solo a ti…

Tenía una manía que sacaba de quicio a sus técnicos y a su familia:

Su silla.

No era una silla cualquiera.

Era una silla vieja, bajísima, medio destartalada,

que su padre le construyó cuando era niño.

Tenía el asiento hundido, los tornillos flojos...

y parecía que se iba a romper cada vez que se sentaba.

¿Por qué la usaba?

Porque Gould decía que con esa silla, sentía el teclado a la altura perfecta.

Podía acercarse más al piano, y tener un control absoluto sobre el toque.

Nadie consiguió convencerle de cambiarla.

Ni siquiera cuando empezó a oler raro por culpa del barniz antiguo.

Grabó todas sus obras míticas sentado en esa reliquia.

Incluso la llevó a sus conciertos.

Moraleja:

A veces, lo que te hace especial como pianista no está en tus dedos,

sino en las pequeñas manías que te ayudan a tocar mejor.

Así que si tienes tu propio ritual raro, no lo escondas.

Quizá sea parte de tu genio.

💡 Y hablando de encontrar tu propia forma de tocar…

En el Song Club estamos creando un lugar donde cada pianista pueda aprender a su manera.

Sin comparaciones.

Sin normas rígidas.

Solo música que suena auténtica.

👉🏼 Apúntate a la lista de espera VIP aquí 

Pero antes del 10 de julio, porque después la lista VIP se cierra definitivamente, y no habrá ni excepciones… ni sillas bajas reservadas.

Los que ya están dentro ya están recibiendo avances exclusivos del club; 

pueden opinar y aportar ideas sobre lo que quieren ver y aprender.

Y eso les va a traer ventajas...

No te quedes fuera.

Apuntate arriba.

Pasa un fabuloso día,

Javi

P.D. Si conoces a alguien que se sienta siempre en la misma silla para tocar… mándale esto. Y si este correo te llegó reenviado, puedes apuntarte a la Newsletter aquí.