No fue amor a primera escucha...

Este vals de Schubert me pilló por sorpresa.

Al principio lo toqué como quien prueba un vino nuevo:

con respeto… pero sin emoción.

Pero cuanto más lo tocaba, más se colaba dentro.

Hasta que un día, sin darme cuenta,

estaba tocándolo con los ojos cerrados y el corazón abierto.

Y entendí que no era solo un vals.

Era una especie de carta sin remitente.

Una melodía que no busca aplausos, sino compañía.

Un vals en Si menor, con nombre de pieza…

y alma de recuerdo.

Ese vals en concreto forma parte de una colección más amplia: 

los 34 Valses Sentimentales (op.50, a veces mal numerados como op.18). 

No tiene un nombre propio como “Claro de luna” o “Marcha fúnebre”, 

pero es uno de los más interpretados por su mezcla de nostalgia, sencillez y belleza. 

Suena ligero, pero tiene una melancolía soterrada que lo hace especial.

Franz Schubert lo compuso entre cafés, amigos bohemios y paseos por Viena donde siempre le faltaba un abrigo.

Vivió poco y pobre.

Escribió mucho.

Y dejó melodías que suenan a despedida, aunque nadie se haya ido aún.

Este Vals Op.18 Nº6 parece sencillo, pero no lo es.

Porque lo difícil no es tocar las notas.

Lo difícil es no quedarse pensando en alguien mientras lo tocas.

 Te dejo aquí mi interpretación, grabada con mimo, con intención y con mucho cariño.

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Javi 

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