Te voy a contar una historia, que hace mucho que no te cuento una mía.

Un día, recién mudado a un piso en Madrid, decidí que era buena idea practicar mi nueva pieza a las 11 de la noche.

Error.

A la tercera repetición, sonó el ding-dong de la puerta.

Era mi vecina del 2º B.

Con bata, rulos y una cara que parecía decir “o paras o te entierro debajo del patio de luces”.

Yo intenté explicarle que estaba estudiando piano, que no era un concierto de rock… pero nada.

Su oído fino detectaba cada vibración que mi teclado transmitía por el suelo como si tuviera un radar anti-músicos.

Ese día aprendí dos cosas:

1. Las vecinas enfadadas son más intimidantes que un jurado de conservatorio.
2. Existe un invento que me habría ahorrado el susto: las almohadillas antivibración para piano o teclado.

Son unas pequeñas piezas que colocas bajo las patas del piano y absorben parte del ruido y vibración que se transmite al suelo.

• Evitan el deslizamiento sobre tarima o baldosa.
• Reducen las vibraciones y resonancias molestas.
• Protegen el suelo y, de paso, evitan conflictos vecinales.

Si vives en piso o sobre tarima, esto es una bendición.

Puedes verlas aquí:

👉 Versión para España

👉 Versión para América/Latam

Y hablando de tocar sin que nadie te mande callar…

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