El precisionismo, o cómo ser feliz como millonario sin serlo
Aug 15, 2025 12:01 am
El precisionismo, o cómo ser feliz como millonario sin serlo
El dinero es como un cincel que sirve para esculpir una buena vida.
Foto de Elijah Crouch en Unsplash
Para ver este artículo
en el blog de Diario de México, da clic aquí.
Para recibir una notificación
cuando salga el video del tema
en nuestro canal en YouTube Dinerito Habla,
da clic aquí y suscríbete.
“A lo que comúnmente se le llama felicidad
es en esencia la ausencia de dolor”.
Arthur Shopenhauer
Algunos de mis clientes de asesorías financieras deben pensar que soy una metiche. Y es que mis recomendaciones no se limitan a lo financiero. Debes saber que al abrirme tu presupuesto me estás abriendo tu alma. Ahí puedo ver tus prioridades y tus hábitos. A veces, incluso puedo ver tu futuro.
El bienestar y las finanzas personales van de la mano, porque el dinero no es ni debe ser un fin en sí mismo, sino un instrumento para el buen vivir. Yo no tengo como objetivo que mis clientes acumulen la mayor cantidad posible de dinero, sino que gestionen sus recursos para lograr el mayor nivel posible de satisfacción con su vida. ¡Y estás de suerte! Porque en este artículo te daré las bases para lograrlo tú solito.
Empecemos por definir un objetivo. Todos queremos ser felices, pero la felicidad que nos interesa no es simplemente una alegría bobalicona y superficial, obtenida por la costumbre de ignorar nuestros problemas. Usaremos la definición de Sonja Lyumbomirsky, una conocida investigadora de la felicidad:
“Felicidad es la experiencia de alegría, satisfacción o un bienestar integral, combinada con una sensación de que tu vida es buena, valiosa y dotada de propósito”.
Mi mayor fuente de información sobre felicidad la obtuve en el especial de Solved, de Mark Manson. Pueden encontrarla aquí.
¿Qué tanto controlamos nuestra felicidad?
Aproximadamente 50% de la felicidad depende de tus genes.
Imagina que tu felicidad es el agua y tú eres una alberca. Tu alberca tiene un nivel de felicidad estable casi todo el tiempo. A veces te va mal, y la alberca parece casi vacía, a veces te va bien y se desborda, pero tu alberca siempre regresará a su nivel base de felicidad. Si echas un vistazo a otras albercas, tal vez te des cuenta de que tienen niveles de agua distintos a los tuyos: tal vez su nivel normal de agua es más alto o más bajo.
Sin importar el nivel, la mitad del agua de la alberca, es decir, la mitad de tu sensación de bienestar, está predeterminada por tus genes y no puedes cambiarla. Este nivel base de felicidad no solamente se refiere a tu estado de ánimo, sino también a qué tan optimista o pesimista eres, qué tan pronto te recuperas de las tragedias y problemas, qué tanto saboreas las experiencias positivas, qué tan sensible eres al estrés y qué tanto se te dificulta tener relaciones sociales saludables.
Aquellos que ganan la lotería genética tienen facilidad para sentirse felices, pero otros heredan la tendencia a sentirse ansiosos, deprimidos o emocionalmente inestables. No es justo, pero es así. Y entenderlo es importante para dejar de tener expectativas poco realistas y culparte por no sentirte mejor a pesar de todo lo que tienes.
Las circunstancias influyen solamente en un 10% en tu sensación de bienestar.
Así es: el ascenso en el trabajo, la casa, el carro del año, todo aquello que tratas de obtener desesperadamente, importa menos de lo que piensas. Esto se debe a la adaptación hedónica: los humanos nos adaptamos a casi todo, a las cosas malas, pero también a las cosas buenas. Muy pronto nos acostumbramos a lo que obtenemos y la insatisfacción regresa.
Si nuestra alberca siempre está llena al 60%, creemos que lograremos la felicidad máxima si tan solo conseguimos un trabajo mejor, una casa más grande, un auto más costoso. Y sí, por unos meses el nivel de agua llega casi al 100%. Pero luego volverá a su nivel de siempre porque te adaptarás a todo lo bueno que ha llegado. La buena noticia es que la felicidad no depende de que tus circunstancias sean perfectas.
Sin embargo, sí existen circunstancias a las que jamás te acostumbras, y por ello dejan de ser simples “circunstancias” y su efecto, positivo o negativo, se “desborda” del 10% de nivel base de felicidad que les corresponde. Es decir, estos elementos pueden elevar o bajar más tu nivel base de felicidad de forma duradera o permanente. Por ejemplo, el contacto con la naturaleza eleva tu felicidad siempre, pero tu felicidad se reduce ante la pobreza extrema, el dolor crónico o discapacidad severos, el aislamiento social y, agárrate: los trayectos largos a la escuela o el trabajo.
El 40% de tu felicidad lo controlas tú, con tus acciones.
Imagínate que todas las mañanas te despiertas y anotas en un cuaderno tus pensamientos y las cosas por las que estás agradecido. Luego caminas un rato durante tu hora de comida. Por las tardes, tomas café o juegas dominó con los amigos y los fines de semana eres voluntario en una casa hogar para niños huérfanos. Seguramente te sentirás mucho mejor que tu vecino, quien se pasa todos los días pegado al celular y quejándose de las noticias negativas en las redes sociales.
Si los genes no pueden cambiarse, y tus circunstancias pasan a segundo plano debido a la adaptación hedónica entonces, ¿qué te queda? El 40% de tu felicidad, lo que tú eliges hacer con tu vida, los hábitos que construyes día con día. No nos adaptamos a aquellas actividades que realizamos intencionalmente cuando son variadas, tú controlas cuándo realizarlas, requieren un esfuerzo que les da valor y propósito, y te llevan a crecer, a evolucionar y a sentir que estás avanzando en la vida. Las actividades más efectivas se centran en crear conexión, ayudar, crecer y cultivar un propósito más allá de ti mismo. La felicidad es solo un efecto secundario.
A continuación enlisto algunas de las actividades intencionales que generan felicidad:
Cultivar un cuerpo sano: esto incluye hacer ejercicio, dormir suficiente, comer bien, tomar suplementos, asolearte 15 minutos al día, y evitar las adicciones.
Cultivar relaciones sociales: La conexión con otros humanos es, para la mayoría, la mayor fuente de felicidad que existe. Puedes optimizarla si priorizas pasar tiempo con otras personas, trabajar en tus habilidades de comunicación y empatía, buscar más amistades si tienes pocas y construir relaciones más profundas que te permitan ser vulnerable y confiar.
Gratitud: La gratitud es una herramienta indiscutible para mejorar la felicidad. Dedicarle unos minutos al día a través de un diario, una oración o meditación, simplemente expresando tu gratitud a otros, o usando un recordatorio como notas o letreros, amplificará tus emociones positivas, te permitirá saborear lo bueno de la vida y ser más optimista.
Flujo: Cuando realizas una actividad que te gusta mucho, pierdes la noción del tiempo por estar tan enfocado disfrutando el proceso. A esto se le llama flujo, y produce una gran satisfacción. Para encontrar el fluir debes explorar pasatiempos e intereses, elegir retos claros, ni muy fáciles ni muy difíciles, y minimizar distracciones.
Experiencias: En este artículo describí cómo diseñar las experiencias de viaje u otro tipo para no adaptarse a ellas. Las experiencias no tienen que ser costosas para aumentar la felicidad. De hecho, a diferencia de las cosas, las experiencias se saborean de manera tan personal, que se resisten a comparaciones (y la comparación es la ladrona de la satisfacción). Las experiencias sacian necesidades psicológicas profundas como darle forma a tu identidad, fortalecer los lazos con otras personas y, además, anticiparlas, vivirlas y recordarlas sigue dándote alegría durante toda tu vida.
La amabilidad: Los comportamientos prosociales (generosidad, amabilidad, voluntariado) mejoran la felicidad. Aquellas personas que buscan formas de ser útiles en el día a día, ya sea con familiares, amigos o extraños, y aquellos que dedican tiempo o dinero a una causa, suelen ser más felices que quienes no lo hacen.
Pero… ¿por qué más dinero produce más felicidad?
Ahora viene la gran pregunta: si 50% de la felicidad se compone de un factor genético que no podemos tocar, lo que hacemos nos puede dar un 40% de felicidad, y las circunstancias solo influyen en un 10%, ¿significa eso que tener más dinero no te hace más feliz? ¿No es el dinero una circunstancia? Bueno, no necesariamente.
La mayoría de los estudios señalan que las personas son más felices si tienen más dinero, hasta cierto punto después del cual los beneficios se reducen. Es decir, cuando la gente tiene poco dinero, un aumento en sus ingresos sí genera un gran aumento en la felicidad, porque de este modo puede satisfacer sus necesidades básicas como comida, refugio, servicios de salud, etcétera.
La diferencia en felicidad de alguien que gana 6,000 pesos al mes y la de alguien que gana 20,000 es enorme. Sin embargo, una vez que se logra tener un estilo de vida clasemediero confortable, los efectos del dinero extra en la felicidad comienzan a disminuir. Es decir, la felicidad y el dinero siguen la ley de rendimientos decrecientes.
Sin embargo, hay sutilezas: un estudio más reciente reveló que en el caso de las personas más infelices, el bienestar emocional tiende a mejorar conforme aumenta el ingreso, hasta llegar a los 100,000 dólares anuales en promedio. Más allá de este punto, ganar más no mejora el bienestar prácticamente en nada. El monto variará de un país a otro, por supuesto. Esta cifra es de EE.UU.
En contraste, para la mayoría de las personas que ya son moderadamente felices, el dinero continúa incrementando su felicidad incluso más allá de los 100,000 dólares antes mencionados, aunque estos incrementos se van reduciendo gradualmente a mayor ingreso.
En cuanto a los individuos más felices, un ingreso adicional suele acelerar la felicidad muchísimo más de lo normal. Irónico: después de cierto punto, el dinero solo te dará más felicidad si ya eres feliz para empezar. Irónico pero no sorprendente, porque como siempre he dicho, el dinero es solo un potenciador de lo que ya eres: si eres avaro, el dinero te hará más avaro, si eres generoso, te hará más generoso, si eres alcohólico, te hará más alcohólico y claro, si eres feliz, te hará más feliz.
Buscar la felicidad produce infelicidad
Entonces, supongamos que eres una persona medianamente feliz, de clase media, y buscas más felicidad. ¿Qué debes hacer? ¿Te centras en cultivar un cuerpo sano, convivir con tu familia, y ser voluntario en una asociación para ayudar a los más necesitados? ¿O mejor te dedicas a acumular más dinero?
En primer lugar, si buscas la felicidad, toma en cuenta la ley del esfuerzo invertido: buscar una experiencia positiva es en sí una experiencia negativa, y aceptar una experiencia negativa es en sí una experiencia positiva. Nadie puede conciliar el sueño intentando hacerlo, nadie puede forzarse a reír, o a recordar algo, y tampoco puedes obligarte a ser feliz.
Pero ¿qué sucede si el camino a la felicidad no se trata de buscarla directamente, sino de eliminar la infelicidad? Tal vez la meta no debe ser estar feliz todo el tiempo, ni agregar cosas a la vida, sino en quitar las cosas que te hacen miserable. Como dice Nicholas Taleb: “La contribución más grande a la felicidad viene de la eliminación, o reducción, de la infelicidad. En particular, el estrés crónico, la ansiedad y las fuentes de insatisfacción”.
Y con esto se resuelve el misterio de por qué a mayor riqueza, las personas reportan ser más felices: no es precisamente el dinero lo que hace más felices a las personas, por supuesto, sino la utilidad del dinero para resolver sus infelicidades.
Otra propiedad fundamental del dinero es tener control sobre tu tiempo, que es la vida misma. Si ya eliminaste tus problemas, pero quieres integrar a tu vida ese 40% de la felicidad que se construye con acciones, necesitarás tiempo. Y el dinero es tiempo: es decir, con dinero puedes trabajar menos o pagarle a otras personas para que hagan ciertas tareas cotidianas que no te gustan pero que te absorben, como cocinar o planchar. Según estudios, comprar tiempo tiene beneficios similares para la felicidad que ganar más dinero. Otra investigación también apoya la teoría de que priorizar el dinero sobre el tiempo es nocivo para la felicidad.
Sin embargo, no te preocupes. Tal vez no ganas 100,000 dólares al año, pero si ya alcanzaste un ingreso que te permite la satisfacción de tus necesidades básicas, y te has encargado de ahorrar e invertir el excedente, podrías alcanzar una felicidad similar a la de personas con mayor ingreso que tú, a través del “precisionismo”, una corriente artística que, al convertirse en estilo de vida, nos invita a la claridad y al rigor durante la toma de decisiones, para hacernos conscientes de qué agregamos y qué eliminamos de nuestra existencia.
De eso se tratan las mentorías financieras: es un ejercicio de reflexión y búsqueda interior. Es una forma de mirar nuestros gastos de dinero, sí, pero también de tiempo, y preguntarnos si abonan a nuestra felicidad y bienestar en el largo plazo. Con el precisionismo podemos acercarnos al bienestar en menos tiempo y con menos dinero que el que suele requerir el grueso de la población.
Conclusiones
El dinero solo compra felicidad si lo utilizas adecuadamente para:
· Minimizar las miserias y preocupaciones de la vida, apoyándote en tus ahorros e inversiones.
· Recuperar más control sobre tu tiempo.
· Usar ese tiempo y dinero en acciones que contribuyen a la felicidad.
El dinero es como un cincel, que sirve para esculpir una buena vida. Tú eres el artista, y con tu cincel decides qué partes de la piedra quitas, y qué partes conservas. Entre más preciso seas, entre más te enfoques en lo elemental y significativo, mayor belleza tendrá la escultura. Concéntrate en eso, y la felicidad llegará en silencio y cuando menos te lo esperes.
Si te gustó este artículo, puedes encontrar aquí los anteriores, con información sobre inversiones, ahorro y ¡más!
Además, te invito a suscribirte a Dinerito Habla, nuestro canal de YouTube sobre finanzas personales con chismito jugoso dando clic aquí.
Encuéntrame en Facebook: https://www.facebook.com/dineritohabla
en Twitter (X): https://twitter.com/medithie
o Instagram: https://www.instagram.com/dinerito_habla/
Para agendar una mentoría financiera conmigo, da clic aquí.
¡Nos vemos el próximo mes!
Con emoción,
Edith