Lección de María Negroni

Jan 18, 2025 12:11 pm

El lunes tuvimos taller de La poesía y el arte subversivo de escribir.


¿Quién lo daba?


The one and only:


María Negroni.




Magínate!


Me se caía la baba.


También por los ojos.




Pues mira, nos contó un cuento de Borges.


El otro día nos habló mucho de escritores ciegos.


De que precisamente, porque no pueden ver, ven.




Borges no era ciego de nacimiento pero se quedó despuesito.


De hecho, sabía que se quedaría ciego.


Ojo cuidao.


Cosas de familia.




Voy a contar algo del cuento.


Algo que, ahora que llevo 3 días sin instagram ni facebook, me resuena poderosamente y quizás a alguien más aquí le sirva.


Sabiendo que viene de María Negroni, más vale.


Aunque al ser gratis, quizás, no mucha gente lo aproveche.




Había una vez dos reyes.


(te lo voy a resumir mucho)


Uno de ellos, el de Babilonia, construyó un laberinto muy complejo.


Quien entraba en ese laberinto de bronce con muchas escaleras, muros y puertas, no conseguía salir.


Un día, un rey árabe, entró.


Imposible salir, dijo.


Imploró ayuda.


Alá lo ayudó.




El rey árabe que consiguió salir del laberinto quiso devolverle la jugada al rey babilonio.


Entonces, un día lo llevó a otro tipo de laberinto.


Era un laberinto que no tenía puertas, ni muros, ni escaleras.


Lo llevó al desierto.


Lo dejó ahí.


El rey babilonio, sin opción, murió de hambre y sed.




Boom!


Así me quedé yo el lunes cuando María nos contó el cuento.




Todo venía a raíz de que, en la vida, hay dos tipos de laberintos:


Los humanos y los de Dios (Naturaleza).




De los laberintos humanos, podemos salir.


¿Por qué?


Porque son humanos.


Tienen nuestra lógica, diminuta y predecible.


A veces ingeniosa, claro. Pero humana.




De los laberintos de Dios (Naturaleza) no podemos salir.


¿Cuántas veces nos hemos encontrado en un desierto en nuestra vida?


¿O en un tsunami?


¿O en un terremoto?




Hay situaciones en la vida que nos inundan.


Que nos quiebran el suelo.


Que nos deshidratan.


Que nos incendian y calcinan.




De ahí, no hay manera de salir.




Y aquí viene la lección que nos regaló el otro día María Negroni.


La comparto aquí porque es muy valiosa.


Y lo valioso, si no se comparte, deja de serlo.




Cuando no hay salida hacia fuera, la única opción es ir hacia adentro.


Lee lo que no está escrito.


La página nunca está vacía.


Todas estamos escribiendo el mismo libro.


Somos el libro.




Estoy muy agradecida del aluvión de reflexiones que me está trayendo mi decisión de retirada de las redes sociales. De verdad, nunca lo hubiera imaginado.


Voy respondiendo correos de apoquito.


Tenme tiento, porfa.





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Quizás así podamos coincidir.


Sólo si tienes muchas ganas y tus cascas.


Sólo si quieres entrar en un laberinto divino.




Quizás.


Quizás.


QUIZÁS






PS: una línea más del cuento de Borges.


La confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los seres humanos.

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