Decisiones difíciles, decisiones útiles
Jul 31, 2024 1:00 pm
Este noticiero crisálido está saliendo desde mi buzón hasta el tuyo mientras estoy en Aveiro. Un festival de jogos musicais para educación activa me llamó y aquí estoy, toda yo. Dicen que esta ciudad es la Venecia portuguesa. Para mí esta ciudad se ha convertido en el lugar donde me doy el permiso para llamarme educadora musical apaixonada. La estética, la ética y la lógica de la pedagogía y los procesos de aprendizaje me quitan el sueño…
Realmente nunca sabemos lo que vamos a encontrarnos a la vuelta de la esquina. El lunes, después de mandar el noticiero crisálido, me fui al mar.
Decir tiene un gran poder.
Nunca he sentido que las palabras se las lleve el viento. O quizás es que mi viento está hecho de piedras y montañas. Ahí donde se dirigen mis palabras, la vida (y la muerte) aparece.
La playa de Gandía es súper larga y ancha. Tienes muchos lugares donde poder situarte. Para mí, la elección es sencilla. Me gusta poder ver el mar por un lado y la montaña del Mondúber por el otro.
Sin embargo, la otra noche, no lo tuve claro. La otra noche o erdí la referencia. Sabía lo que me gusta y aún así, no lo tuve claro. Iba en la bici y mi cuerpo no sentía claridad en la decisión de ir hacia allá. Pensé en que quizás no me apetecía. Puede ser. Todo se mueve, cambia y nos desmonta muchas veces. Cuando ya estaba casi al final de la playa, me di media vuelta y escuché:
- Me voy a casa sin meterme en el mar.
Fue un pensamiento raro.
Seguí pedaleando.
Pedaleé por la Rosa de los Vientos, que es un paseo hermoso que hay en el Grau y la Playa de Gandía. Hay grandes árboles en este paseo. Es entrar en otro mundo. Otros vientos.
Tenía una sensación rara pedaleando. Estoy bastante habituada a lo raro, debo decir. Pero aún así, lo raro, aunque suceda muchas veces, sigue siendo raro.
Esta sensación... me parece monstruosamente maravillosa.
Esta sensación me devuelve al presente.
Ayer leí que el presente no existe.
Finalmente, casi por el bar Piscis, que está en la Rosa de los Vientos, sin saber muy bien por qué y desde dónde, giré hacia la izquierda dirección playa.
No tenía muchas ganas.
Aun así, lo hice.
O me hizo.
Cuando llegué a primera línea de playa, parecía eso Wall Street. Virgen santa…
La Playa de Gandía en verano es eso.
No me gusta mucho... y eso, tiene su encanto.
Aprendo observando.
Aprendo observándome.
Aprendo a crear paz, sostener la guerra que de ahí sale y desarrollar mucha paciencia para observar las movidas se me pasan por la cabeza, oye.
No es poca cosa ir a la guerra interna.
Gracias a las ranas, me tomo bastante enserio eso de tomarme en broma.
A veces, la verdad, no puedo y sólo puedo tomarme enserio. Sin broma. Sin chiste. Raw.
Ea...
Sin embargo, sé que me gusta la seriedad del juego.
Estoy comprometida con jugar. Aquí en Aveiro el fuego está creciendo muuuuucho.
Juego a dejar de creer que lo que sé es realmente lo que soy.
No tengo mucha idea, la verdad.
Pero estaba comprometida con el mar y finalmente, llegué a la orilla.
Me costó.
Me costó llegar.
Sé que aunque me cueste, me gusta mucho.
Y también sé que,
después de meterme en agua salada,
todo está siempre mucho mejor.
No sé si a ti te pasan también estás cosas...
Imagino que sí porque aunque aquí cada
cual sea más rara que yo que sé,
en realidad también somos muy similares.
Una vez mi amigo Guillem me dijo:
Nuestras diferencias nos unen.
Guillem es muy grande y el otro día en Barcelona lo volví a ver. Qué gran alegría.
Nos unen nuestras diferencias.
Al salir del mar, me sequé y fui a por la bici.
¿Con qué me encontré?
¿Con qué me encontré en ese mismo punto de la larga y ancha Playa de Gandía?
En realidad, no importa.
Lo que importa es que si hubiese elegido otro lugar, no habría presenciado eso.
Pequeño gesto, gran gesto.
Y ahí, una vez más, sentí el hilo invisible que se construye a través de todas las decisiones que cuestan.
Esas decisiones que sabemos que tenemos que tomar y que aún así, a veces nos resistimos.
¿Qué quieres que te diga?
Yo también he intentado huir de quien soy, de muchas maneras, a lo largo de mi vida. Cada vez huyo menos. El secreto desarraigo que siento en mi interior ha creado en mí un profundo anhelo de paz, y este dolor íntimo es, de alguna forma, el motor que me lleva a buscar, en todo lo que se encuentra a mi alcance, el sentido verdadero de las cosas.
Atención.
Para mí fue muy útil aprender esto: la violencia que hemos vivido (y que seguimos viviendo) se internaliza. Se instala dentro. Como un app. Por tanto, si no hay una fuerza creativa bestial que se encargue de ir limpiando por dentro, como limpian esas mangueras de agua que tienen una presión alucinante y que van por la calle, la violencia ya no necesita de nadie externo a ti para actuar dentro de ti. Es como un auto-ciber ataque. Ahora eres tú quien tiene comportamientos violentos contigo, tus relaciones y lo que te importa. En esos estadios, empezamos a creer y generar pensamientos nada amables hacia quienes somos...
Soy una fraude...
Vivir no tiene sentido...
No hay espacio para mí...
No se me valora...
Nunca he sabido hacer nada…
Y sí, en realidad, todo eso que escucho dentro de mi es cierto. Es cierto porque las palabras no se las lleva el viento. Esas palabras importan.
Como la violencia ya está dentro, si doy cancha a pensamientos de caca podrida, se me comen. Y si eso empieza a comerme por dentro, mi capacidad para tomar decisiones va menguando. Entonces, cada vez cuesta más algo que parecería no tener mucha importancia. Pero da igual que eso sea o no sea importante, lo cierto es que cuesta. Pesa. Duele.
El juego no para aunque no juegues.
Creo que sabes a lo que me refiero.
¿Sí o no?
Tomar decisiones es vital.
Porque si no decides tú, decidirán por ti.
Tomar decisiones por pequeñitas que sean, implica tener energía.
Tomar decisiones pide energía en la mente.
Tomar decisiones requiere energía en el cuerpo.
Tomar decisiones exige energía en la imaginación.
Y sí... para decidir hay que poder imaginar.
Me viene esto que decía Oscar Wilde:
We are all in the gutter,
but some of us are looking at the stars.
Todos estamos en las cloacas,
pero algunos miramos las estrellas.
Y yo añadiría:
Y ellas también nos miran.
(las estrellas)
Por eso, y por otras tantas cosas, del 5 al 28 de agosto estaré abriendo las puertas a algo que pronto contaré. Algo que tiene que ver con mi enamoramiento hacia la existencia a cada instante. También tiene que ver con los riesgos de viajar, con Violeta Parra, con hacer algo aunque sea un poco chapuzas, de una canción de gospel y con no huir de la guerra. Muchas de aquí ya sabéis de lo que hablo, porque lo habéis vivido, pero otras tantas no lo saben porque hay nuevos cuerpos recibiendo este noticiero crisálido. Gracias por acercaros. Y también gracias por decidir cuándo quieres dejar de recibir mi noticiero crisálido. Abajo hay un botón para darte cuando sientas: hasta aquí por ahora.
Al decir esto último, veo que sí que es importante que cuente qué es lo que encontré la otra noche al salir del mar.
Había un corro de gente.
Es real eso de que nos llaman los corros de gente. Yo me iba a casa con la bici pero el corro de la patata me llamó y fui para allá. Eran sobre las 23h y ya me había bañado en el mar.
Me arrimé al corro de personas y vi que había una abuelita con su tacatá bailando.
Su nieta y sus compañeras estaban cantándole con su tuna (estudiantes de la facultad de medicina) para celebrar su 95 cumpleaños.
Me puse a llorar y a cantar como una Magdalena al ver lo que pasaba.
Me encantó ver cómo la Yaya estaba más feliz que nadie. Bailaba, cantaba, nos guiñaba, nos animaba a hacer lo mismo. Fue hermoso.
La última canción que cantamos fue:
Ay, ay, ay, ay
Canta y no llores
Pues yo cantaba y lloraba.
Qué delicia de momento y de recuerdo. Y ahí, entre sonrisas y lágrimas, volví a sentir la importancia de tomar decisiones. Aunque cueste. Aunque pese. Aunque duela.
Recomiendo mucho el libro: Vida de Clown de Alain Vigneau.
Muitos abraços e boa lua menguante, gente querida.
🌹 ✨ 🐬
La Qris *
PS: gracias a quienes ya os habéis apuntado al taller de kass kass online. En septiembre empezamos y hay pocas plazas. Hasta el 14 de agosto hay un precio reducido. Si te interesa, mira aquí.