Menudo colapso me encontré ayer en Correos.

Tenía todos los calendarios (25) listos para mandar a diferentes partes del planeta pero como no paraba de llover no quería salir a la calle y que se mojaran.

Al final, inventé una manera pero eran ya casi las 14h y Correos cierra a las 14:30. Cuando salí con mi invento, dejó de llover. Me alegré. Así seguro que no se mojaba ni un calendario.

El problemo fue que cuando llegué a Correos había una cola del copón.

Tan larga como la mascletà de estos días.

Me atendieron a las 14:43 y como ya conozco bastante a los muchachos, no quise estirar de su tiempo. Hicimos el trato de dejar todos los calendarios allá y volver hoy por la mañana tempranito a hacer todos los trámites.

Coger sobre.

Escribir remitente.

Escribir destinataria mientras doy gracias telepáticas.

Meter calendario en sobre.

Cerrar sobre.

Así, 25 veces.

¿Total?

Casi 2 horas de manualidades.

Mientras tanto, me cantaba la tarara.

Escuchaba las conversaciones de otros seres humanos.

Un abuelo que iba a retirar el paquete de su nieto pero que como no tenía autorización no se lo podían dar.

Una francesa que tuvo que deletrear su ciudad porque el correísta no se enteraba.

Una mujer que no paraba de estornudar.

Un muchacho que fue con un carrito de la compra y unos 30 paquetes.

Ha sido entretenido.

Pero sobre todo, muy emocionante.

Valladolid.

Montréal.

Barcelona.

Valencia.

Lleida.

Canarias.

Francia.

Avilés.

Sant Esteve de Palautordera.

A todos estos lugares van a llegar los calendarios astrológicos del Ullal.

Gracias, gracias, gracias.

El Ullal está vibrante.

Estamos muy cerquita del Equinoccio.

En 2 días, estrenaremos nuestros calendarios.

¡Al carajo el calendario gregoriano!

AL CARAJO

PS: si lo que quieres es un carajillo, es por aquí.