Lo que no te contaron de la envidia

Mar 30, 2025 11:11 am

En estás últimas semanas he tenido una petición recurrente.


No una.


Ni dos.


Ni tres veces.


Unas cuantas más.


Siempre la misma.




La he recibido tanto por correo como en carne y beso.




¿Será una señal?


Ni idea.


Pero mira, mañana diré algo al respecto.


Podría hacerlo hoy pero la cuestión merece todo un Noticiero Crisálido.


Hoy toca otra cosilla que también está muy guay.




Le va a gustar a la gente creativa.


O sea, a toda.


Toda la gente es creativa.


Y quien diga lo contrario, miente.


Aunque sea por ignorancia.


Pero miente.




Si me lees, te va a gustar.


Lo sé, no porque lo diga yo, sino porque lo dicen quienes saben.


Y hay que escuchar a quienes saben.




Cusha.


Esto va hoy de la envidia.


Toma nota.




Resulta que la envidia es una emoción humana normal.


Y quien sabe, dice que es un mapa muy útil.




¿Cómo así?


La cosa es que la envidia siempre es una máscara del miedo.


Cuando sentimos envidia (recuerda que es una emoción humana normal) eso indica que tenemos miedo a hacer algo que queremos hacer pero para lo cual aún no tenemos la suficiente valentía.




Ojo cuidao.


Que esto es muy importante.


Que resulta que cuando siento envidia eso indica que algo me encanta.


Y, por lo que sea, en ese preciso momento tengo miedo.




¿Miedo de qué?


Miedo de no atreverme a hacerlo.


De que si me atrevo lo haré mal.


De que si me convierto en lo que soy me dejarán de querer.


Miedo de que otra gente me pueda envidiar a mí.




Repito.


Esto lo dice quien sabe.


Yo, que necesito saber esto, lo repito.


Lo repito para saberlo.


Igual que hago con esta canción.




¿Algo más que añadir sobre la envidia?


Sí.




La envidia como la endivia tienen un toque amargo al principio.


(qué ricas con roquefort)




La envidia es una emoción de las llamadas:


Tacañas.




¿Cómo así?


Cuando siento envidia, algo dentro de mí se encoge.


(digo pero esto es de todos, todas, todes)


(recordemos que es una emoción humana normal)


(normal = sucede sin excepción)




La emoción de la envidia tiene un efecto muy claro:


Pienso que no hay sitio para todo el mundo.




¿Sabes cuando ves a alguien siendo algo que te flipa y el ogro interior se despierta diciendo que te olvides, que eso no es para ti?




Bien.


Pues no es cierto.


Y el ogro, no es malo.


El ogro es el mensajero.




Lo que es cierto es que no puedes ser esa persona.


Lo que también es cierto es que la envidia es el mapa de tu deseo.


La mayor mentira que nos cuenta la envidia es que lo único que podemos hacer con ella es sentirla de manera perversa.


Y eso, tampoco es cierto.




¿Cómo así?


La envidia, si sabemos ver, al mismo tiempo que nos priva de nuestra voluntad y capacidad de actuar también nos está indicando algo importante:


La acción es la que guarda las llaves de nuestra libertad creativa.




Como dice Julia Cameron, hay algo revitalizante en ampliar nuestra definición de nosotras mismas.


Y eso sólo sucede cuando tomamos un riesgo.


Un riesgo pequeñito.


Algo ínfimo.


Íntimo.


Tan pequeñito como Lilliput.




Muchas veces, es valioso asumir un riesgo por el hecho de asumirlo.


No de contarlo.


No de publicarlo.


Simplemente de asumirlo.




¿Cómo así?


Porque si ganas, ganas.


Y si pierdes, también ganas.


Lo vivido, vivido está.


Y eso, siempre es ganancia.




Por si aún no lo sabes, tengo bastante relación con la envidia.


Por eso, cuando alguien me confiesa que ha sentido envidia con algo que yo he hecho, no miro mal, ni raro.


Tampoco me quedo como si eso no fuera conmigo.


Yo, que soy humana como tú, también conozco la envidia.


Conocer siempre es una bendición.




El otro día mandé el vídeo de Modybu, mi primer grupo de percusión corporal y body music.


Recibí palabras bonitas y generosas.


Gracias.




Quizás te apetece tomar el riesgo y aprender a jugar con tu cuerpo de esta manera tan ancestral como actual y en continua evolución.


Si nunca has hecho música, no debería ser un problema.


Diseñé el curso para que mi madre lo pudiese hacer.


Y también niños y niñas.




No necesitas experiencia previa.


Ni saber solfeo.


Ni "tener ritmo".


De eso me encargo yo.




¿Qué necesitas?


Decisión.


Asumir un pequeño riesgo.


Permitirte disfrutar de tu cuerpo.


Descubrir posibilidades en tu cuerpo.


Querer aprender la generosidad propia.




RITMO Y JUEGO PARA TU CUERPO DE FUEGO






PS: reenvía a tus amiguis envidiosis.



PS2: mañana responderé a la petición recurrente. Qué ganas.



PS3: por el momento, fuego y juego en tu cuerpo. Mira el botón.

Comments