Ayer sentí envidia

Aug 30, 2024 11:10 am

Ayer pasé parte de mi día reordenando mucha de la información e historias que vengo recopilando de mi árbol genealógico. Soy la típica plasta que va haciendo preguntas a los familiares, tomando nota y sacando petróleo.


A veces, también les grabo y así luego puedo volver a escuchar las voces de mi árbol. Entrar en esos mundos es lo más parecido a mover una montaña.


Y convertirme en montaña.


Es hermoso y es duro.




Después del montañismo, me fui a dar una vuelta por la playa.


Pa quien no lo sepa, la Gandía Beach en verano es como un parque de atracciones. Literalmente. Al ladito del puerto, que es donde yo moro, han montado una feria donde hay una noria, el saltamontes, qoches de choque y no sé más cosas...


De peque, me encantaban esas cosas.


Adrenalina y luces.


Ahora, no sé por qué, no me dan comboi.




Sin embargo, anoche pasó algo que no me esperaba.


Continué caminando hacia el faro.


¿Y sabes con quién me encontré?


Con mi envidia.




Lo cuento sencillo para no hacer una disertación emocional:


Al lado del club náutico, hay unas colchonetas. De esas que hay 6 camas elásticas en una fila y enfrente, otras seis más. En total, había ahí 12 niñas saltando, dando volteretas, sudando, riendo...


Hay quien me diría:


Cris, tú puedes entrar en las colchonetas porque eres bastante menudita.


Es cierto, oye... por peso y estatura, podría.


Pero esa no es la cuestión.




La cuestión es que cambiamos.


El cuerpo cambia.


El contexto cambia.


Las compañías cambian.


Pero lo que más cambia, en el mejor de los qasos, es nuestra auto-imagen.




Me di cuenta de que no me atrevía a meterme en las colchonetas.


Y eso que me encantan... me chiflan. Eso de saltar, dar volteretas,

que las rodillas hagan cosas alucinantes. No sé, soy feliz ahí.


Pero vi que ya no era mi momento.


Y sentí envidia.


Envidia de los momentos en los que no te preguntas

ni te cuestionas si puedes o no puedes hacer algo.


Esos momentos en los que simplemente vas y vives.




La envidia me llevó a la tristeza.


La tristeza de decir: esto ya no es lo que era.


Yo ya no soy lo que era.




Y eso...


Eso me llevó a la humildad.


Qaminar por esta vida es ir de la mano del cambio.


Terremoto.


Motomami.




Pero ojo...


Ese no fue el único mensaje de la envidia y aquí viene lo bueno. Los cambios, si podemos colaborar con ellos, nos muestran que ya estamos tomando decisiones que nos colocan en otro tablero. Otro juego.


Para mí es vital encontrar brincadeiras y hacer que mi cerebro entre en colapsos divertidos. Eso me pasaba saltando en las colchonetas y también

me pasa con una cosa que ya llevo años erre que erre.


Erre que erre.


Erre que erre.


¿Puedes parar ya, Qrisssss?


Erre que erre.




Son los cascas.


Tocar los cascas me devuelve a ese lugar de juego, imprevisible, de tremenda atención, conexión con mi cuerpo, desafío constante y alegre seriedad.




Voy a hacer un único taller en este 2024 para que más personas jueguen a los cascas. Mi sueño, en algún momento, es hacer una orquesta de kass kass.


Es la primera vez que me lanzo a hacer esto en formato online y ya hay un grupo bien majo. Gracias por la confianza. Me meo del gusto.




Nos reuniremos los miércoles 18-25 de septiembre y 2-9 de octubre.


De 18:30 a 20h de la península ibérica.


Son 88€.


Si vienes con alguien es aún más barato. Y divertido, claro.


El 11 de septiembre se cierran las inscripciones.


Quizás se cierren antes porque se complete el grupo.


Será un grupo reducido para que estemos a nuestras anchas.


Se huele algo supercalifragilisticoespialidoso.




Si quieres que tu cerebro, cuerpo, espíritu

entren en órbitas de aprendizaje juguetón.


Para todas las edades y obsesiones.




EL ABC DE LOS CASCAS





Abrazos y felices enquentros con la envidia.


No es tan horrible como parece.


✨ 🌹 🐬


La Qris *






⫸ ¿Conoces a alguien que siente envidia? Mándale este noticiero.


⫸ Si mi contenido no te hace tilín, siempre puedes salir de aquí libremente.

Comments