Casi basura
Dec 17, 2024 12:11 pm
Los cascas llegaron a mi vida dos veces.
La primera me enamoré.
Y de la misma manera, me olvidé.
Así es.
Tonta.
La segunda vez que llegaron a mi vida estaba en un coche.
Carretera de la Casona del Grau de Gandía.
Al lado de la vía del tren.
Un amigo trajo una bolsa llena de cascas y dijo:
¿Alguien quiere?
Los voy a tirar.
Recordé mi olvidado enamoramiento.
Menos tonta.
Eso me pasa en los medios de transporte.
Cogí un par de cascas.
Luego otro par.
Elegí fatal.
Cuerdas larguísimas.
Sin saber muy bien cómo iba.
Sin nadie con quien aprender.
Pero empecé.
Persistí.
Piqué piedra que no veas.
Me los llevaba a todos sitios.
He visto tutoriales de japoneses sin entender ni papa.
También coreanos.
Bendito youtube.
Viva internet, carajo.
Hace unos seis años de esto.
Sigo enamorada.
Cada vez más.
El años pasado, cuando estuve en Ghana, un gran click ocurrió en mí.
Ghana es uno de los países originarios.
Costa oeste africana.
Me ponía a tocar con todo el mundo que podía.
Niños, mujeres, vendedores.
En el taller de la bici.
Fui mucho al taller de la bici porque el suelo allí era otra cosa.
Todo momento era un buen momento.
No hay nada como poder llevar tus instrumentos en los bolsillos.
Yo que vengo del piano, imagínate.
Con los cascas, estoy en la gloria.
Niña feliz con juguete.
Esa pasión es la que transmito en mis talleres.
Me sale sola.
Así es el amor.
Sé que las personas aprenden.
Ese es mi deseo.
Que cada vez seamos más y podamos aprender juntas.
Por ahora, me toca ocupar el rol de profe.
Lo hago con gusto.
Es un honor representar esta tradición.
Y sobre todo, es un honor haberme vuelto a enamorar.
Recuerdo cuando, aquella primera vez, vi a mi amiga Yol tocándolos.
Me voló la cabeza.
Me enamoré.
También tuve miedo.
Estas cosas pasan mucho en la música.
Amor y miedo al mismo tiempo.
Admiración y envidia.
De ello también me gusta hablar.
Hablar con naturalidad es la única manera de permitir que la vulnerabilidad no se asuste en los procesos de aprendizaje.
La creatividad ama la vulnerabilidad.
Ese es mi camino.
Y el tuyo si quieres, también.
PS: tocar un instrumento es un acto de amor. Por eso, lo que más se necesita es tiempo. En este viaje compartiremos 10h y media. Mucho amor.