Alohita almas crisálidas.

Si acabas de aterrizar aquí te vas a encontrar con un fuego tan inusual como necesario.

Así son algunos comienzos.

Hoy, luna nueva.

Bien.

La cosa del Noticiero Crisálido de hoy es que hay personas muy confundidas.

Personas que confunden tener la puerta abierta con entrar a la casa cuando les apetezca.

Entran así, al tun-tun.

Sin saludar.

Sin preguntar ¿cómo estás?

Al tun-tun.

Sin presentarse.

Sin preguntarse: ¿es útil lo que voy a decir o simplemente tengo unas ganas inmensas de expresar lo que a mí me apetece sin tener en cuenta a la otra persona?

Mucha confusión.

Personas muy confundidas.

Mucho y muchas.

A ver.

Un momento.

Pequeña aclaraión:

Nada en contra de la confusión per se.

Yo soy la primera confundida con según qué situaciones.

Sobre todo, con los comienzos.

O con los finales.

Muchas veces necesitamos que nos cojan de la mano y nos expliquen:

Mira, esto va a así.

Y esto otro, va asá.

La confusión forma parte del viaje.

Aunque avancemos a través de la edad, nunca dejamos de vivir primeras veces hasta el final de nuestros días.

Por tanto, y esto no es negociable, la confusión siempre estará presente en esos momentos.

Ahora bien, o mal (según cómo seas):

¿Qué es esto de entrar en casa sin saludar, ni pedir permiso ni preguntar?

De verdad lo pregunto:

¿Qué es esto de entrar en casa sin saludar, ni pedir permiso ni preguntar?

El tito Krishnamurti explica muy bien esto.

Mucho mejor que yo.

Cusha.

Mensaje para fanáticos, nacionalistas y almas pobres.

Si alguna de tus células se sienten ofendiditas, habla con tu organismo.

3.

2.

1.

Vamos p'allá, Jiddu.

Cuando uno viaja por el mundo, observa que existe en todas partes muchísima discusión, discordia, disconformidad, desorden; mucha confusión e incertidumbre.

Uno ve las manifestaciones públicas contra una forma particular de guerra y las extensas preparaciones bélicas; ve los incalculables gastos que se destinan a armamentos ― una nación preparándose para una eventual guerra contra otra nación.

Y están las divisiones nacionales ― el honor nacional, por el que miles están dispuestos a matar a otros y se sienten orgullosos de ello. Están las divisiones religiosas y sectarias: la católica, la protestante, la hindú, la mahometana, la budista. Están las múltiples sectas, y los gurús con sus seguidores particulares. En el mundo católico y en el protestante, tenemos la autoridad espiritual, y en el mundo islámico, la autoridad de los libros.

De modo que en todas partes existe esta constante división que conduce al desorden, al conflicto y a la destrucción. Y está el apego a una nacionalidad particular, a una particular religión, con la esperanza de encontrar así alguna clase de seguridad externa o interna.

Queridas amigas y amigos defensores de vuestras cosas y apasionados de hacer creer que todo el mundo debería creer como tú crees y hacer lo que tú haces.

Tengo una cosa que decirte:

Para el carro.

Sólo eso.

Para el carro.

Cuando te hayas bajado del carro, dale de beber al animal que te lleva.

Es muy cansado luchar.

El apego a una nacionalidad particular, a una particular religión, con la esperanza de encontrar así alguna clase de seguridad externa o interna.

No es raíz.

Es nacionalismo.

No es conversación.

Es monólogo.

No es poesía.

Es dogma.

No es defensa.

Es miedo a ver quién eres sin esa bandera.

No es un mapa quien dice la verdad de la gente.

Es la gente la que dice la verdad de su territorio.

No es pertenencia.

Es confusión acerca de tu verdadera naturaleza.

No es educación.

Es invasión.

No es amor.

Lo que tú tienes se llama obsesión.

Para el carro, baja del burro y bebe un poquito.

PS: con mi Yaya y mi Bisabuelo lo actuamos en el naranja.

PS2: "con la esperanza de encontrar así alguna clase de seguridad externa o interna."

PS3: feliz luna nueva en Cáncer (obvio que no podía ser otro signo!)