Ir sin frenos
Jul 12, 2025 11:11 am
Creo que la capacidad de reírse de uno mismo es la clave para sobrevivir a cualquier cosa.
Richard Pryor
Pongamos por caso que tienes una bici.
Y que la utilizas para moverte por tu sitio.
Para hacer la compra, para quedar con personas, para quedar con no personas, para darte un vueltecita, para ir a la montaña…
En fin, pongamos que tu bici es uno de tus miedos de transporte principales.
Te mueves con ella y además, te encanta.
Si no tienes bici o nunca has montado, puedes seguir leyendo igualmente porque quizás (y sólo quizás) haya algo aquí que te puede servir para otras cosas de la vida y del querer.
Pequeño dato:
Normalmente, a no ser que la tuya sea una bici holandesa o algún tipo de las alemanas, los frenos están en las manos. Uno a la izquierda y otro a la derecha. Uno para la rueda de atrás y otro para la rueda de delante.
En las bicis holandesas y algunas alemanas, los frenos están en los pies y se activan pedaleando para atrás. Es un buen corto circuito para la miente, la verdad. Es como tocar un instrumento al revés.
Pues resulta que hace unos días, mi madre tuvo que frenar muy muy muy fuerte y se le salió un freno del sitio. Todo bien.
La mujer ha estado varias semanas sin ese freno, que era el que solía usar, y ha empezado a usar el otro.
Finalmente, antes de ayer fue a arreglarlo.
¿Sabes lo que tardó Agustín en arreglarle el freno?
No te lo digo de golpe por si quieres adivinarlo.
A ver, a ver…
3.
2.
1.
Ready?
Agustín tardó unos segundos escasos en volver a poner el cable donde tocaba.
Y listo.
Ya estaba todo en el sitio.
Mi madre unas semanas sin freno de atrás.
Va al bicicletero y Agustín se lo arregla en unos segundos.
Eso es lo que pasa cuando tratas con gente que sabe de lo suyo.
Soy del pensar/hacer siguiente:
Cuanto más sepas de “lo tuyo” y disfrutes, más beneficias a la humanidad.
La razón es sencilla (y por eso mismo, no mucha gente lo hará):
Podrás ayudar a quien necesite esa ayuda que tú puedes ofrecer.
Cuando me partí la clavícula con mi skate en 2017 y tuve que volver a casa con mi madre y mi yaya para recuperarme, aproveché los meses de convalecencia para “hacer lo mío”.
Lo mío, aunque no te lo creas, no es la música.
Lo mío es otra cosa sin la cual la música desaparece.
Escuchar.
Lo mío es escuchar.
Tan sencillo que casi nadie lo valora.
Gracias a escuchar lo que había en mi casa y decidir hacer pequeñas cosas con mi yaya y mi madre, unos años después, me contactaron para formar parte de una película que iban a hacer con una mujer de 109 años de Cuenca.
Yo nunca había hecho nada para cine, más allá de disfrutarlo muchísimo como espectadora y llorar mucho.
Les expresé mis inseguridades a la productora, al director y a la guionista y lo que me dijeron me pasmó: hemos visto en tus vídeos cómo tratas a tu yaya y eso es lo que necesitamos.
Nunca sabemos a dónde podemos llegar siendo como somos.
Quizás la cosa es dejar de querer ser como Menganito o Pulgarcita y permitirnos ser quienes somos.
Sin esfuerzo.
Sin necesitar, en primer lugar, aprobación externa.
Simple but not easy!
(algo de esto salió en la lectura astrológica de ayer y nos emocionamos)
El resultado de la película con la mujer de 109 años fue un potosí.
Simona llegó en el momento más necesario a mi vida.
Y disfrute de su presencia todo lo que pude y más.
Cuando hice la Banda Sonora de la película, todo ese sentimiento y agradecimiento entro en acción desde el sonido.
Hace 2 días publicamos el vídeo clip de una canción infantil que conoce todo el mundo y que yo me permití destripar para que representara mejor la vida de Simona.
Lo de destripar también forma parte “de lo mío”, jijiji.
Si te apetece escuchar un funk dedicado a una elefanta de Castilla la Mancha, aquí lo tienes.
Con cascos, mejor.
Pero tú haz lo que quieras que para eso tú eres tú.
Que pases un día chachi.
Y frenos sin abrazos.
No, espera… me equivoqué.
Abrazos sin frenos.
PS: la grabación de la película coincidió con la época de las mascarillas y por eso salimos con ellas en el videoclip.
PS2: el momento en el que le llevo las cucharas a Simona en muy bonito. Està casi hacía el final y ahora que lo pienso… había 218 años en esas dos manos.
PS3: en el naranjita verás las cucharitas centenarias.