Hay una imagen que no olvidaré.

El hall de entrada a la ópera de Budapest.

De la ópera no me acuerdo tanto.

Si te soy sincero, ya ni la recuerdo.

Solo me acuerdo que era maravillosa.

Pero del Hall si me acuerdo.

Por algo tan sencillo como un estornudo.

Yo estornudé y mi mujer me echó una bronca de campeonato.

Supongo que se asustó del ruido que hice y la pagó conmigo.

Cosas que pasan.

Mi comentario al respecto de su enfado fue, "Ni que estuvieras embarazada!!"

Por aquellos entonces estábamos buscando a nuestra hija, y en ese momento mi mujer ya estaba embarazada pero no lo sabíamos.

Así que el Hall de la ópera la asocié con la emoción posterior de cuando volvimos del viaje.

Esto nos sirve para dos cosas importantes.

La primera es que podemos guardar en nuestro cerebro momentos y experiencias, asociándolos con algo que nos encante, como una canción, un sabor, un olor, o lo que se nos ocurra.

Y lo segundo es que cualquier cosa que vendas tiene que venir asociado con una emoción.

Te guste o no.

Los objetos no tienen emociones, ni provocan sentimientos.

Por mucho que te recuerden los platos de tu abuela.

Todo eso lo generas tú.

Y tu producto o servicio tiene que trabajar esa emoción.

El objeto que vendes no es lo importante.

Es el recuerdo que vas a tener de el.

Luego todos suponemos que las características son alucinantes.

Asocia con algo y tendrás el 50% de la venta.

El resto es cosa de las características.

LuisMi

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