Ayer fue una locura.

Un email que tenía que escribirse en treinta minutos fue todo un día.

A ratos.

Ahora un poco, luego otro poco.

Más tarde reeleo todo para encajar las piezas.

Al final conseguí mandar el mail.

La sensación de no haber hecho nada también la tienes encima.

Hoy toca historia épica.

Pero lo único que tengo es mucho sueño y conciliar este texto con mi hija en brazos.

Siempre queremos que todo salga bien.

Evitamos el esfuerzo.

El entorno en el que vivimos nos ha convertido en impacientes.

Somos víctimas de la cultura de la inmidiotez.

Queremos mucho.

Y lo queremos ya.

Esto va a generar mucha frustación.

Pero los que emprenden.

Lo que toman las riendas de su vida.

Son los que estarán preparados para nadar a contracorriente.

Este punto es realmente importante.

Imagínate que eres un jinete.

Pero no un jinete de caballos.

A tus riendas tienes un elefante.

El elefante tiene mucha fuerza.

Y llega muy lejos.

Cambiar su rumbo no es tan fácil.

No lo puedes hacer como con un caballo.

Necesitas tiempo y susurrarle tranquilamente.

Al mismo tiempo el jinete piensa en la meta.

Quiere moverse rápido y llegar lejos.

Como dirían en los rallies, derecha recto ras.

Y claro tienes un elefante al que mover.

Ni derecha ni ras, ni mierda.

Hay que hacerlo despacio para que se mueva.

No te queda otra.

Sin embargo en nuestra sociedad, queremos llegar ya.

Nuestro jinete es el cerebro analítico.

El elefante es el cerebro emocional.

Entre los dos siempre se están peleando.

Ahí aparece la montaña rusa.

Esto emocionalmente desgasta mucho.

Por eso aprender a gestionarlo es importante.

Estaremos más preparados para las inclemencias del camino.

Crear un negocio no es simplemente vender un producto.

Es afrontar los traspiés del camino sin caer derrotados.

Recuerda no seas inmidotez.

LuisMi

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