Ayer tenía menos ganas de escribir que un perezoso de andar.

Mi mente me daba excusas de todas las clases.

De todos los colores.

Y de todos los sabores.

No entendemos a nuestra mente.

Ni a los demonios de nuestra espalda.

Tenemos que convivir con ella en todo momento.

Estamos diseñados genéticamente para sobrevivir y de eso se encarga nuestra mente.

Y así actuamos, sobrevivimos.

Antes nos movíamos por obligación. Ahora no es necesario.

Y así tenemos los ambulatorios llenos de dolencias.

Esas flexiones están ahí, lo que ocurre que tu cerebro es tu peor enemigo.

Y te deja atrapado en un cuerpo que apenas puedes mover.

Y menos levantarte sin manos del suelo.

Por eso vivimos esclavizados, por nuestro cuerpo, nuestra nómina y nuestra mente.

Así ayer no escribí el email porque para qué iba a escribir una mierda de texto.

Lo que ocurre es que no quería y lo justificaba.

Y ahí era muy creativo.

En nuestras finanzas pasa lo mismo.

No somos capaces de organizarnos.

Ni pensar en nuestra jubilación.

Porque ya llegará.

Ánimo.

Y dos veces Ánimo.

La consultoría que tengo la voy a retirar este domingo.

Te doy todos los ánimos posibles.

Mañana nos vemos.

Aquí.