Meditaba hoy por la mañana sobre el día de ayer. Fue un día extraño, de esos que tienes tareas por delante que no te apetecen, pero tocan.

En el trabajo, fue el segundo día de un curso de 14 horas, 7 horas por jornada, hard skill de calidad, en concreto sobre una herramienta específica de un cliente. Lo mejor es que lo hacía con 2 compañeros que son unos cracks en esa herramienta. Esa compañía fue genial, eso y unas risas que nos echamos en un momento del curso (te lo cuento en las postdatas).

Sin meterme en detalle, te diré que también tuve otras gestiones durante el curso: interrupciones, emails, llamadas… Pues eso, que el aislamiento total es complicado cuando el curso es en horario laboral. Si te ha pasado, seguro que me entiendes, pero es lo que toca.

Terminamos el curso y toca hacer un test, claro, para obtener el diploma. Encima este curso, sólo tiene validez de 3 años. A ver, a ninguno nos apetecía mucho hacer ese test, pero es lo que tocaba. El test bien, gracias.

Salí del trabajo 1 hora tarde. Tocaba atender las urgencias mínimas que el curso no me había permitido hacer. En paralelo a todo esto, por cierto, una cosa de fuera del curro que me tiene un poco atacado, pero esto me da para otra newsletter, eso también tocaba. Ya te contaré.

Después tocaba hacer un recado antes de llegar a casa. Mi mujer me había encargado ir a por un paquete a un punto de recogida en el barrio, un poco alejado de nuestra casa. Aparco el coche, me acerco… cerrado. Perfecto, gracias.

Llego a casa, le cuento la sorpresa a mi mujer sobre el punto de recogida cerrado. Quedamos en ir antes de ir al gimnasio. En paralelo, seguimos los dos con ese asunto en la cabeza.

Son las 17:00 h., me pongo a comer, es lo que toca. Es algo habitual, sí, comer a esas horas. No pasa res, es bien, sobre todo si la jornada ha sido productiva, aunque esta no iba por buen camino.

De camino a casa audiolibro. Durante la comida, peli en inglés. Sí, esas cosas también tocan. Descanso un poco tras la comida, es bien, eso también toca. Poco, pero toca.

¿Luego qué? Pues toca ir a recoger ese paquete. Son las 18:30 h., por fin, ya lo tiene mi mujer. Vamos con el coche y, de allí, directos al gimnasio.

¿Que si me apetecía ir a meterme una clase de ciclo indoor y sudar a lo bestia? Pues no mucho, pero es lo que tocaba hacer.

“Son mis hábitos, así que los respeto… aunque no me apetezca hacerlos, para algo son hábitos.”

Llegamos a casa a las 20:30 h. Pongo la lavadora de la ropa del gym, la jefa termina de preparar la cena (ya sabes que no se me da bien lo de cocinar, sí, excusa barata). Bueno, yo pongo la mesa, es lo que toca. Y hago una llamada a mi madre, era importante. Tenía que hacerlo, es lo que tocaba.

Luego ya a cenar. Son las 21:15 h., un momento en familia, en calma, charlando del día, risas… espera, no, no fue así. Hoy tocaba discusión por las vacaciones de verano con los chicos, justo lo que estaba deseando.

Terminamos de cenar, friego cubiertos y platos de la cena. Durante el fregote me acabo de calentar con la discusión de las vacaciones y entonces se lo digo claramente a mis hijos:

“Más hacer y menos protestar.”

Me sale de dentro, de muy adentro. Eso y otras cosas. Pienso en mi legado, en nuestro legado, el de mi mujer y el mío. Son ellos, grandes chicos, buenos chicos, se lo merecen. Pero a veces es necesario recordarles, ya sabes. Se lo repito claramente: “lo sois todo, es por y para vosotros, todo lo que hacemos.” Vale sí por nosotros también, pero si eres padre o madres, sabes por dónde voy.

Llega el momento de relax, por fin, mi sofá favorito y serie de humor en la televisión. Pues no. También discutimos. Nos habíamos adelantado en un par de capítulos por no estar los chicos la noche anterior. Al final llegamos a un acuerdo… por fin, algo positivo. Lo único es que los capítulos que nos vemos de la serie son malos, muy malos. Bueno, qué le vamos a hacer, ahí sí que no puedo hacer mucho.

Seguro que se me olvida algo. Ha sido un día de esos de cosas que tocan hacer, como muchos, como muchos cuando eres adulto.

Sólo espero que la lección de hoy y esta newsletter le pueda servir a alguien para entender que hacer cuando toca hacer también cuenta. Sólo espero que esta lección les sirva a mis hijos.

En resumen:

“Haz lo que tienes que hacer hasta que puedas hacer lo que quieres hacer.”

— Oprah Winfrey

4 preguntas para cuando toca hacer lo que toca:

— ¿Qué tareas te están esperando aunque no tengas ganas?

— ¿Qué diferencia marcaría para ti mantener el hábito incluso en días complicados?

— ¿Cómo puedes recordarte el valor de hacerlo aunque no apetezca?

— ¿Qué recompensa personal hay detrás de sostener tus compromisos?

Si te animas a responder alguna… te lanzo una quinta.

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PD1: La anécdota del curso fue esta: Un compañero del curso de otra empresa pregunta ya al final de la formación, la diferencia entre unas casillas que aparecen en color azul claro y otras en color azul oscuro, en una tabla excel del cliente. Y yo respondo de inmediato: “Unas se ven mejor que otras.” Risas entre mis compañeros, el resto no nos oían por supuesto, era un curso online, 5 minutos sin parar, sí ya sé, igual a ti no te hace gracias, pero en ese momento... pues eso. Ya.

PD2: Días como el de ayer no lucen en Instagram, pero son los que entrenan de verdad tu liderazgo.

PD3: Que los días “normales” no te despisten. También esos forman parte de tu legado.

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Un abrazo con método,

Chema Portero

Coach de líderes imperfectos que eligen hacerlo mejor cada día.





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