Sé que estás ahí. Que me lees. No siempre contestas, no siempre tienes tiempo, y está bien. Porque me basta con saber que algo se te queda. Una frase, una imagen, un “anda, esto me suena”… Eso ya es gasolina para seguir escribiendo.

El 29 de abril de 2025 hubo un gran apagón en España. Sin luz. Sin Semáforos. Sin pantallas. Sin distracciones. Solo yo, mi cabeza y un silencio de esos que, o te asustan, o te activan. A mí me encendió.

Me vino a la cabeza Isra Bravo, ese copywriter que si te descuidas se te mete en la ducha contigo. Él tiene esa obsesión productiva de escribir cada día 300 palabras. Ni una más, ni una menos. Una historia que enganche, un CTA y una buena postdata.

Y me picó.

Pensé:

—“¿Y si me pruebo? ¿Y si en vez de extenderme como suelo en mis escritos, me ciño a lo justo pero escribo un poco más?”

Pero claro, soy de los que sabe que las cosas mejor de a pocos, modo Kaizen, ya sabes. Así que me planteé otro reto: recortar sí, pero multiplicando.

Te explico.

Cuando arranqué esta aventura el 7 de julio de 2022 —lo recuerdo bien porque fue sobre una historia que me inspiró mi mujer— empecé escribiendo una vez a la semana. Era mi forma de entrar en calor. De ver si esto del email tenía sentido. Si yo tenía algo que contar.

Y sí, tenía. La primera historia fue sobre mi amigo Pepe (yo) y la fuerza de voluntad. Contaba cómo mi mujer nos apuntó al gimnasio a toda la familia. Una pequeña-gran decisión. Y resultó que uno de los primeros lectores me respondió con algo que aún guardo como oro en la bandeja de entrada:

—“Chema, gracias. Me has hecho volver al gimnasio después de años.”

Eso fue el punto de no retorno.

Pasó el tiempo y me di cuenta de que cada vez tenía más ideas acumuladas. Frases. Recuerdos. Reflexiones a medio cocer.

Así que decidí subir la apuesta en Enero de 2025: de una vez a la semana, pasé a tres. Martes, jueves y domingo. De a pocos. Sin excusas. Sin drama. Solo constancia.

Y funcionó… un ¡Oye… Pues Mejor! 😅 absoluto.

Mejor feedback, más conexión, más historias compartidas, más músculo. Sí, mira como cuando entrenas y ya no sientes agujetas, sino fuerza.

Pero el gran salto vino tras el apagón el 29 de abril de 2025. Hacía pocos días que había cumplido los 50. No sé, se me encendió la luz, mientras a toda España se le apagaba. Y fue ahí donde dije:

—“Una al día. Todos los días. Pase lo que pase.”

Porque si de verdad quiero que esto crezca, que sea útil, que toque y que transforme… tengo que estar. Todos los días.

Y no por ego. Por respeto. A ti que lees. A mí que escribo.

Desde ese día, escribo una Newsletter diaria. Llueva o truene. Con tensión alta, con fiebre, o con un cabreo de narices, da igual.

Cada mañana me siento, me pongo a meditar-escribir y suelto algo que merezca la pena.

¿A veces me repito? Seguro.

¿A veces no doy con la tecla? Puede.

¿Pero sabes qué? Estoy ahí. Y eso es lo que marca la diferencia.

Ya lo dijo un gran escritor:

“En el medio del invierno, aprendí por fin que había en mí un verano invencible.”

—Albert Camus

Sustituye invierno por apagón… pues eso.

Y si algo he aprendido, es esto:

"La gente no necesita perfección. Necesita presencia. Constancia. Una historia cada día que les recuerde que no están solos en esta hermosa lucha."

Así que fiel a mi estilo, ahora te dejo con 4 pregunticas. Piénsalas. Respóndeme si te apetece. Pero sobre todo, respóndete tú.

4 preguntas sobre cambios y compromisos:

1. ¿Qué cambio pequeño puedes mantener todos los días?
2. ¿Qué compromiso llevas aplazando por miedo al ridículo?
3. ¿Qué dirías si te dieras permiso para intentarlo en serio?
4. ¿Y si descubres que lo único que te faltaba era hacerlo a diario?

Y si respondes, te mando la quinta pregunta. Ya sabes cómo va esto.

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PD. Desde que escribo cada día, tengo más ideas. No menos. Escribir activa. No agota. Y sí, puede que a veces me repita. Pero prefiero repetirme que abandonarme.

PPD. Lo de escribir con fiebre, casi literal, ayer estuve malo por una gripe con 38,5, cuando por fin se me pasó, a eso del mediodía, revisé correos del curro, hice un par de llamadas ¿y luego qué?, eso… me puse a escribir un rato. Sí, por eso ayer te llegó más tarde la newsletter. Hoy sigo sudándola (la fiebre, digo), pero ete aquí que te traigo esto, fiel a nuestra cita.

PPPD. Por cierto, otro empujón importante a mi Newsletter diaria fue que mi mujer me dijo: “Me gusta más este estilo, más directo, menos rollo, más tú.” Nada más que añadir señoría. Eso es un halago y lo demás son tonterías. Ni gasolina, ni hidrógeno verde, la energía que necesitaba para escribirte todos los días hasta el fin de mis días.

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Un abrazo con método,

Chema Portero

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