En abril tocaba el reconocimiento médico de empresa.

Reconozco que no era mi mejor día, estaba un poco resfriado, aún así entre con cara de “yo estoy bien”.

Pero salí con el pack completo: espirometría como la de un abuelito, la tensión arterial alta, gracias, colesterol disparado, tanto el bueno, como el malo, como el feo, y la guinda: baja audición, sería por los tapones de mocos, seguro.

—”¿Qué?”, le dije al médico.

—“Eso mismo”, me respondió él.

Para rematar la faena, tocaba revisión del hígado. Sí, ese que en 2023 empezó a comportarse como un inquilino molesto: silencioso, pero dejando rastro. Hígado graso, lo llaman. Lo tiene casi el 25% del planeta ¡Oye… Pues Mejor! 😅 ... pero a mí en aquel momento no me hizo ninguna gracia.

Por suerte, lo puse en cintura antes de que me hiciera compañía en los resultados del reconocimiento de este año. Ya lo había hecho en 2024 (resulta que es de los pocos órganos que se pueden regenerar, flipa).

Porque una cosa es tener alguna cosa regulinchi, y otra coleccionar rojos en el informe médico como si fueran cromos.

Así que yo que soy muy de dar la vuelta al marcador en la segunda parte, decidí moverme antes de que el susto fuera más grande, y me puse manos a la obra para mejorar mis resultados anales, digo anuales de este año.

Desde ese mismo mes de abril:

• pase de entrenamiento en el gimnasio de 3 a 4 días:
• 2 sesiones de fuerza a la semana (Body Pump, que parece broma hasta que lo pruebas),
• y otras 2 de cardio en ciclo indoor (eso es sudar, lo demás tonterías),
• menos sal,
• menos dulce,
• más verdura.
• 
  

Resultados:

• perdí 4,5 kg en mes y medio,
• hígado perfecto. Toma ya!

Pero espeta, aún faltaba algo. Con lo de la tensión tenía que hacer algo, así que fui al médico de cabecera. Revisión durante 3 semanas, y la cosa no bajaba. Así que sólo había una opción: un holter de tensión arterial… WTF?

El holter es un aparatito que te mide la tensión cada 15 minutos durante 24 horas.

Esto me lo pusieron este mismo lunes 2 de junio. Dormí con él, trabajé con él y casi lo saco a cenar.

Resultado:

• todo verde. Ni sustos, ni sobresaltos.

¡Es bien! Solo persistencia, sudor y menos bollos.

Y es que ya lo dijo uno de mis autores favoritos:

“El éxito es la suma de pequeños esfuerzos repetidos cada día.”

— Robert Collier

4 preguntas saludables:

1. ¿Hace cuánto no te haces un chequeo serio?
2. ¿Qué pequeño cambio sabes que puedes empezar hoy?
3. ¿Qué excusa te repites que suena a verdad pero huele a miedo?
4. ¿Qué parte de tu cuerpo te está pidiendo atención sin palabras?

Y si te animas, te lanzo una quinta. Pero tendrás que responder a las anteriores, ya sabes cómo va esto.

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P.D. Y lo de la sordera eran mocos, tranqui. Bueno a veces me hago el sueco, eso también. Pero contigo no. Ya tu sabes.

P.D.2. Si quieres que te acompañe a poner orden antes de que el caos te pase por encima, aquí estoy. Si te animas ya sabes.

Un abrazo con método,

Chema Portero

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