el puercoespín en la niebla
Mar 24, 2025 7:03 pm
Primero me gustaría pedirte que veas el siguiente video.
Te voy a dar una idea para que sepas lo que verás.
Es un corto Ruso para niños de los años 60, del cual se dice, es el mejor corto animado de la historia.
Es tremendamente simple, profundo, y hermoso.
Tiene algo de melancólico y tierno.
Dura 10 min.
El resto de este pequeño correo es un comentario sobre el video, así que si no quieres que se te estropee la historia (aunque creo que sería difícil que se pueda estropear), ve el video antes.
Lo vi siguiendo una publicación de instagram que mostraba el fragmento del puercoespin y el búho que le sigue.
Esa parte me hizo reír.
Y había algo tan familiar en la sencillez de la escena que quise ver el video del cual había salido.
El puerco espín y la niebla.
Entre medio está el caballo blanco, que es como una especie de experiencia de la misteriosa belleza de la vida.
Algo que parece tan bello que es irreal.
Como la idea del amor, lo que intuimos que es el amor en el fondo, pero que cuando lo llevamos a la experiencia se hace tan difícil de cuidar y mantener en su pureza.
O ese momento en que un “enemigo”, -no alcanzo a decidir si el búho desea comer al puercoespín o solo lo acecha-, deja de ser el enemigo.
Lo vemos al principio, con esa actitud ridícula, de “te atraparé” (jajajjaja), mientras el pequeño puercuespín sin enterarse de nada, va feliz contemplando y disfrutando de la vida, observando las estrellas, jugando con el sonido…
y es así que el búho se distrae con la forma inocente que tiene el puercoespin de interactuar con su entorno.
Y ocurre esto que solo sucede desde la inocencia pura: el búho se olvida de cazar porque empieza a jugar.
La inocencia juguetona del puercuespín rompe con el rol del mundo. Con es forma de movernos que es, ¨mi rol es ser el cazador, el tuyo es ser la presa”. Los vuelve hermanos o compañeros de juego y entonces lo que era una amenaza deja de serlo.
Y no se a ti, pero a mi me pasa que me siento en el bosque.
Y sufro cuando veo al puercoespín depositando la mermelada en el suelo.
En la cotidianidad de la caminata de nuestro pequeño y dulce personaje, lo desconocido se cuela, con sus miedos y magnificiencias. ¿no es eso la niebla? ¿no es esa la invitación del caballo blanco?
Cuando llegamos a destino las cosas se calman, y después, muchos años después podemos contar:
Yo un día vi un caballo blanco, y me aventuré a entrar en la niebla.
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Mañana quizás te cuente por qué decidí hablar del puercuespín.
o quizás del viaje por los himalayas donde jugué poker con bolitas de homeopatía.
o quizás sobre dormir en el suelo por cuatro años…
o los puntos clave del nervio vago para volver a casa.
o …
quién sabe ;)
Hasta mañana
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